Pensaba que estaba solo en el hielo hasta que apareció un oso polar gigante

Un suave gruñido rompió la tensión. El oso polar aceptó su ofrenda y tragó el bocado de un solo trago. Nolan exhaló de golpe, sorprendido al darse cuenta de que seguía vivo. Por un momento, depredador y presa parecieron enzarzados en un frágil entendimiento.

En ese instante, algo cambió. A pesar del miedo que seguía corroyendo a Nolan, apareció otra emoción: una cautelosa empatía. Los ojos del oso se desviaron y volvieron a clavarse en él. Resopló y su mirada se dirigió a su mochila, como si esperara otro bocado.