Cuando la serena profesionalidad de Susan se transformó en preocupación y curiosidad, contestó rápidamente a la llamada. Su mente se agitó tratando de averiguar por qué la niña seguía llamando y qué podía ir mal. Por su experiencia, sabía que las llamadas repetidas rara vez eran una broma.
La preocupación sustituyó a la indiferencia. «911, ¿cuál es su emergencia? Susan contestó rápidamente, su voz ahora mezclada con preocupación genuina. «Quiero una pizza», volvió a suplicar la vocecita. «Tengo hambre» Esta vez, el corazón de Susan dio un vuelco.