Aquella mañana, tras un episodio especialmente intenso de vómitos y mareos, su cuerpo no pudo soportar más la incesante tensión. Se desmayó y se desplomó en el suelo de la cocina, completamente agotada y abrumada por el desgaste físico de su enfermedad.
La combinación de náuseas matutinas persistentes y agotamiento profundo había llevado a Sarah más allá de sus límites. Su estado se había deteriorado hasta el punto de que la fuerza de su cuerpo cedió por completo, provocando el desmayo que dio lugar a la llamada desesperada de ayuda de Lily.