«¡Todo el mundo a cubierta!», bramó, su voz autoritaria atravesó la calma. La brusquedad de su llamada sacudió tanto a los pasajeros como a la tripulación, interrumpiendo su estado de relajación.
Los rostros palidecieron de confusión y miedo mientras intercambiaban miradas de pánico, intentando comprender la gravedad de la situación. Los ojos de Ethan permanecían fijos en los piratas que se acercaban, armados y avanzando a una velocidad alarmante.