Sus años de entrenamiento le habían inculcado la capacidad de mantener la calma bajo presión. Mientras los demás se dejaban llevar por el pánico, Ethan mantenía la mente aguda. Sabía que huir o dejarse llevar por el pánico sólo empeoraría la situación.
La única opción viable era enfrentarse a los piratas de frente, tomar medidas decisivas para proteger a todos a bordo. Antes, mientras Ethan saboreaba su cóctel, el suave balanceo del yate le había creado una sensación de calma casi onírica. Había estado ensimismado, con la mente a la deriva sobre la infinita extensión del océano.