Los piratas zarpan hacia el caos, ¡pero el capitán Richard tiene otros planes!

Mientras tanto, el capitán Richard, plenamente dedicado a su función, se concentraba en sus tareas con serena determinación. A pesar del lujo del yate, seguía siendo un hombre de gustos sencillos. Su alegría procedía de las pequeñas cosas y de la tranquilidad del mar.

Deseoso de volver a casa con sus hijos, Richard encontraba su mayor satisfacción en garantizar la felicidad y la seguridad de sus invitados. Valoraba la calma del mar y los placeres sencillos de la vida, manteniéndose fiel a su naturaleza arraigada incluso en medio de la opulencia.