Pensaban que robar un tren de mercancías sería fácil, pero un trabajador se interpuso en su camino.

«¡Ya casi lo han conseguido!» Gritó Ethan. Martin llegó hasta él y le agarró del brazo. «¡Déjalo! Corre al vagón 3», ordenó con voz de urgencia. Los dos corrieron por el estrecho pasillo y sus pasos resonaron en el suelo de acero.

Al llegar al vagón 3, Martin no aminoró la marcha. Su corazón latía con fuerza mientras colocaba la mano sobre el escáner biométrico. Un momento después, la cerradura encajó con un sonoro clic, sellando la puerta justo cuando los ladrones irrumpían en el vagón 4.