El capitán Adam navegaba por las agitadas aguas de la costa de Somalia, hurgando afanosamente en el panel de control y mirando al mar. Mientras controlaba el radar y comprobaba las coordenadas, vio algunos barcos en el horizonte.
El capitán Adam, felizmente inconsciente del peligro inminente que le acechaba, no les prestó atención, pensando que eran simples pescadores somalíes. Pero a medida que las embarcaciones se acercaban con movimientos decididos y sincronizados, su instinto comenzó a alarmarse.
«¡Todos a cubierta!» La voz del capitán Adam retumbó a través del intercomunicador del barco. Los piratas, armados y listos para la confrontación, se acercaron rápidamente al portacontenedores. No sabían que el capitán Adam les tenía preparada una sorpresa.