Un oso panda irrumpe en el hospital y una enfermera llora al ver lo que lleva en la boca

A cada paso que se acercaba al oso panda, el corazón de Hana se aceleraba y su mente sintonizaba con la delicada situación que se desarrollaba ante ellos. Cuando tendió la mano con la esperanza de salvar la brecha de confianza que los separaba, el oso panda respondió. Mostró los dientes en señal de advertencia, un recordatorio primitivo de los límites que no debían cruzarse.

Hana dudó un momento, consciente de la enorme tarea que tenía por delante. No tenía ni idea de lo que era la pequeña criatura, sólo sabía que parecía extremadamente frágil y que necesitaba ayuda inmediata. Steve propuso consultar a un especialista en animales, como un veterinario, aunque el más cercano estaba bastante lejos. A pesar de ello, ella cogió rápidamente su teléfono y llamó a un veterinario, transmitiéndole urgentemente la situación.