Por suerte, la conexión de Peter con el santuario de animales local le proporcionó un rayo de esperanza. Con amplios espacios y recursos, el santuario estaba más que equipado para cuidar de estos extraordinarios seres. Era una solución perfecta, que les ofrecía la oportunidad de una nueva vida llena de amor y seguridad.
En los días siguientes, Hana se sintió atraída por estos cachorros y su vínculo se hizo más fuerte con cada visita. A medida que pasaba tiempo con ellos, sentía que la envolvían una sensación de calidez y afecto que le llenaba el corazón de alegría. Era un marcado contraste con el miedo y la incertidumbre que había sentido aquella fatídica noche en el bosque.