Paul sonrió tranquilizadoramente. «Estrictamente profesional, lo prometo. No hay de qué preocuparse»
Charlotte asintió, dispuesta a creerle. Quizá se le había pegado el carácter cotilla de Judy. Sabía que podía confiar en Paul y quería creer en su palabra. Después de todo, Judy había dicho que las comidas que compartían no tenían nada de romántico. Pero aún así… había algo que la seguía atormentando. Esperaba que sus dudas fueran sólo celos infundados y no una intuición justificada.