Con el paso de las temporadas, el dolor de Charlotte fue desapareciendo. Donó parte del dinero a causas cercanas al corazón de Paul: ayuda a los animales y museos de arte. También hizo un viaje con el que había soñado mucho tiempo, en el que tuvo nuevos recuerdos, aunque seguía llevando a Paul en el corazón.
Con el paso del tiempo, Charlotte encontró la paz y un propósito, agradecida por la larga y hermosa vida que Paul y ella habían compartido. Su último regalo le había dado esperanza, seguridad y tranquilidad. Siempre le echaría de menos, pero sabía que algún día se reunirían. Hasta entonces, seguiría viviendo feliz, abrigada y protegida por el amor eterno de su marido.