Por desgracia, la grabación no revelaba su rostro ni ningún otro rasgo identificable que pudiera ayudar a la policía en su búsqueda. En otras palabras, Patrick podía despedirse del juego de pintura con temática Disney que había planeado regalar a su hijo.
Unos días más tarde, Patrick volvió a sentarse en la entrada de su casa, frustrado y derrotado. Parecía que cada vez que encargaba algo por Internet, acababan robándoselo. Primero había sido el juego de pintura por números para su hija, luego el reloj inteligente que había encargado para su mujer y ahora la caja de la serie de libros de Harry Potter.