Habían hecho lo que le parecía correcto, dar a Eddie y a su familia una oportunidad que necesitaban desesperadamente. Era un recordatorio de que, a veces, la ley no consistía sólo en hacer cumplir las normas, sino también en comprender el elemento humano que había detrás del delito.
Mientras Hayes conducía de vuelta a la comisaría, el sol se ocultaba en el horizonte, proyectando largas sombras sobre la ciudad. Brooksville seguiría siendo un lugar tranquilo y previsible, pero hoy había sido tocado por algo más profundo: un momento de inesperada compasión y una oportunidad de redención.