Su voz estaba llena de desesperación y remordimiento. Cuanto más consideraba Hayes las circunstancias, más sentía el peso de la decisión que estaba a punto de tomar. Hayes le indicó que se sentara en el coche patrulla mientras él recuperaba los objetos esparcidos por el bosque.
Tras tomar su decisión, Hayes volvió al coche patrulla y se giró para mirar a Eddie, el ladrón. «Vamos», dijo con firmeza. «Tienes que venir conmigo para que podamos resolver esto como es debido» Eddie miró a Hayes con desesperanza, con ojos suplicantes.