De pie frente al local de la fiesta, Emma estaba consumida por la preocupación y la ansiedad. Con su negocio enfrentándose a retos implacables, lo que más deseaba era que la velada saliera perfecta. Después de todo, su relación con Aaron dependía de la aprobación y las bendiciones de ambos lados de la familia.
A pesar de los nervios, Emma lo había hecho muy bien. La decoración del lugar que había elegido era impresionante, el catering impecable y los invitados sonreían y reían. Sintió una oleada de alivio al ver que, por fin, algo en su vida iba según lo previsto.