Emma, sintiendo una mezcla de alivio y empatía, detuvo la grabación. Por fin había conseguido la confesión que necesitaba. Lo único que podía devolver la vida a su negocio. Más tarde, ese mismo día, publicó la grabación en Internet, recortando las partes personales para preservar la intimidad de Amelia, e incluyó una declaración explicando la situación a sus clientes.
Ver la angustia de Amelia había hecho reflexionar a Emma sobre el incidente con la anciana, dándose cuenta del profundo valor de la empatía y la amabilidad. Decidida a recuperar la confianza perdida, Emma decidió poner en marcha un programa semanal que ofrecía cortes de pelo gratuitos a ancianos y personas sin hogar, con la esperanza de enmendar sus errores devolviendo algo a la comunidad. Lo que se suponía que iba a ser un corte de pelo a la última, se convirtió en una valiosa lección de vida para Emma.