La tensión era palpable, pero Emma sabía que tenía que abordar el tema. Definitivamente no iba a dejar que un mal corte de pelo arruinara este día tan especial para ella. Una vez terminadas las presentaciones formales, respiró hondo y se acercó a la anciana.
«Sra. Henderson, ¿podemos hablar un momento?» Preguntó Emma en voz baja. La anciana la miró con cierto recelo en los ojos, pero asintió. Se trasladaron a un rincón más tranquilo de la sala, lejos de la alegre charla de los demás invitados.