una anciana de 70 años pide un corte de pelo a la moda y se ríen de ella, ¡pero luego se arrepienten!

A pesar de sus esfuerzos por entender el repentino declive, Emma no podía averiguar la causa. Aumentó sus esfuerzos de marketing, ofreció descuentos e incluso renovó el interior del salón para atraer clientes, pero nada funcionó. La agenda de Emma, que antes reservaba con semanas de antelación, ahora presentaba lagunas evidentes.

A medida que las semanas se convertían en meses, la presión financiera le pasaba factura. Emma tuvo que despedir a algunos empleados y reducir el horario del salón. Su sueño, que había construido con tanta pasión y esfuerzo, se desmoronaba ante sus ojos, y ella no podía evitarlo.