una anciana de 70 años pide un corte de pelo a la moda y se ríen de ella, ¡pero luego se arrepienten!

El personal del salón, que había estado observando el proceso, no pudo contener la risa. El sonido resonó en el pequeño espacio, haciendo la situación aún más incómoda. La anciana, sintiendo el ridículo, soltó una risa torpe y avergonzada, intentando disimular su incomodidad.

«Lo siento mucho», dijo Emma, con voz grave y compungida, mientras le entregaba un espejo.
La mujer se miró, sin dejar de sonreír. «Es… diferente», dijo diplomáticamente, aunque sus ojos delataban su decepción. Pagó el corte y se marchó, con la postura un poco más decaída que al entrar.