una anciana de 70 años pide un corte de pelo a la moda y se ríen de ella, ¡pero luego se arrepienten!

A medida que Emma trabajaba, su fatiga se hacía más evidente. Sus manos, normalmente firmes y precisas, tanteaban ligeramente con las tijeras. Sentía pesadez en los brazos y los vapores residuales de los productos le hacían palpitar la cabeza. El resultado distaba mucho de su nivel habitual. El corte de moda, que debería haber sido chic y elegante, resultaba incómodo y poco favorecedor en la mujer.

Emma intentó salvar el corte de pelo, recortando aquí y allá en un intento desesperado por mejorarlo, pero fue inútil. El peinado simplemente no funcionaba. Cuando por fin terminó, dio un paso atrás y sintió que la invadía una oleada de preocupación y vergüenza.