De repente, un fuerte golpe rompió la quietud. Los ojos de Nathan se abrieron de golpe, su corazón latía con fuerza. Una figura oscura apareció en la ventana de la puerta, corriendo hacia la salida. La figura era rápida, fugaz, nada más que una sombra. Nathan se quedó sin aliento, presa del pánico.
Por un momento, el miedo le paralizó. Su mente se agitó tratando de comprender lo que había visto. Su cuerpo se tensó y la adrenalina inundó su organismo. Pero entonces, con una respiración agitada, Nathan se calmó. «Ja, ja, muy gracioso, chicos», dijo en voz alta, tratando de calmar sus nervios.