Cuando conoció a su hermana recién nacida y gritó: «Ésa no es mi hermana», su padre empezó a cuestionárselo todo

James siempre había soñado con una familia grande y feliz. Cuando Susy se quedó embarazada de Anna, su primera hija, parecía el comienzo de una vida perfecta. Pero la realidad había sido menos idílica. Las noches en vela, el estrés económico y las expectativas no cumplidas habían puesto a prueba su matrimonio.

Las discusiones se convirtieron en rutina tras el nacimiento de Anna. Susy luchaba contra las exigencias de la maternidad y James se sentía impotente para salvar la creciente distancia que los separaba. Su relación, antes amorosa, se convirtió en una serie de silencios tensos y palabras acaloradas. «Esto no es lo que yo quería», dijo Susy una vez, con lágrimas en los ojos.