Los ladrones atacan una casa de subastas, ¡pero no esperaban que lo hiciera la guardia nocturna!

La casa de subastas estaba a salvo y sus tesoros protegidos gracias a su rapidez mental. A medida que la adrenalina desaparecía, el estómago de Henry gruñó, recordándole la hamburguesa que había dejado atrás en su prisa por proteger el lugar. Pensar en esa comida -probablemente fría y empapada a estas alturas- le hizo sonreír y le devolvió a la comodidad familiar de su rutina.

Cruzó la calle y se adentró en el cálido resplandor de la hamburguesería. El murmullo de la tranquila charla y el aroma de las patatas fritas y la carne a la parrilla lo envolvieron como a un viejo amigo. Al ver que su hamburguesa abandonada seguía esperando en la mesa, Henry soltó una carcajada, dándose cuenta de lo absurdo de su noche.