Los ladrones atacan una casa de subastas, ¡pero no esperaban que lo hiciera la guardia nocturna!

Mientras corría, Henry podía oír los gritos de los ladrones que le seguían de cerca, con sus pesadas pisadas resonando en el oscuro pasillo. Pero él tenía ventaja: desconocían la distribución del edificio, mientras que él la conocía como la palma de su mano.

Sorteando las esquinas, se movió rápidamente por el laberinto de vitrinas y almacenes, aprovechando cada rincón oculto. Esperaba que su conocimiento del edificio le diera tiempo suficiente hasta que llegara la ayuda.