Los ladrones atacan una casa de subastas, ¡pero no esperaban que lo hiciera la guardia nocturna!

Ahora sólo tenía que entretener a los intrusos lo suficiente para que llegara la policía. Los ladrones no se habían percatado de los sutiles cambios: el zumbido silencioso de los mecanismos de cierre que aseguraban las vitrinas, las puertas ocultas que se cerraban con un clic en las salas de alto valor. Pero un chasquido débil y aislado resonó en una puerta al final del pasillo, llamando su atención.

Se detuvieron e intercambiaron miradas cautelosas mientras uno de ellos murmuraba: «Hay alguien aquí. Saben que estamos aquí» El otro negó con la cabeza. «Seguramente te estás imaginando cosas. No vimos a nadie al entrar» Sin embargo, una pizca de inquietud persistía entre ellos mientras avanzaban sigilosamente, ahora en alerta.