Miró a su alrededor y confirmó que los ladrones seguían ocultos. Sus dedos se estiraron hacia delante, a escasos centímetros del botón. De repente, apareció un destello de luz en el pasillo: uno de los ladrones había encendido una pequeña linterna y barría el pasillo con el haz de luz como si buscara la fuente del ruido que había provocado.
Henry se agachó justo a tiempo, con el corazón acelerado. El resplandor de la linterna pasó por encima del mostrador de recepción, proyectando largas sombras que se extendían por el suelo y apenas lo perdían de vista. Henry contuvo la respiración y se apoyó contra el mostrador. Tras unos momentos de tensión, el haz de la linterna se alejó.