Cuando el sol comenzó a descender sobre el templo, con el cielo pintado en tonos anaranjados y dorados, Fredrick se quedó a las puertas del templo, sintiendo una profunda sensación de logro. La serena belleza del templo y de la jungla que lo rodeaba contrastaba fuertemente con el peligro que había descubierto.
La otrora tranquila visita a un antiguo yacimiento había desvelado inesperadamente una amenaza oculta, revelando un oscuro y peligroso complot que amenazaba la seguridad de los desprevenidos turistas. A pesar de estar conmocionado por la terrible experiencia, Fredrick sintió un inmenso orgullo al saber que había sido decisivo para llevar a los criminales ante la justicia.