Decidido a actuar, Fredrick corrió hacia la comisaría más cercana, con el corazón latiéndole con fuerza por la urgencia de la situación. Cada paso se sentía pesado por la gravedad de lo que había presenciado.
Fredrick irrumpió en la comisaría más cercana, sin aliento y con los ojos muy abiertos, dispuesto a relatar los extraños y aterradores sucesos de los que había sido testigo. Su mente se agitaba mientras describía el extraño comportamiento de los monos, la inquietante escena en el claro de la selva y el brutal robo que se había desarrollado ante sus ojos.