La operación de los ladrones había sido cuidadosamente planeada: los monos, tras robar los cachorros, atraerían a turistas curiosos que, preocupados por los animales, los seguirían hasta la selva.
El aislado claro era el escenario perfecto para que los ladrones lanzaran su emboscada. Una vez aislados de la multitud, los ladrones podían atacar rápidamente y robarles sus objetos de valor antes de desaparecer entre el denso follaje.