Fredrick se escondió entre las sombras, con el corazón palpitándole con una mezcla de terror e impotencia. Quería intervenir, pero la presencia de hombres armados y su agresividad organizada hacían que cualquier intento de heroísmo fuera demasiado arriesgado.
Apretó los puños al darse cuenta de que no se trataba de un robo aislado, sino de una operación meticulosamente planificada. Los monos habían sido entrenados o manipulados estratégicamente para robar cachorros y crear una distracción, alejando a los turistas de la seguridad del templo y llevándolos directamente a la trampa de los ladrones.