Unos monos arrastran a unos cachorros – Un turista palidece al descubrir la verdad

Eran seis o siete, y se movían con la precisión y el sigilo de cazadores experimentados. Los turistas, felizmente inconscientes del peligro que se avecinaba, permanecían ajenos a la amenaza que se cernía silenciosamente a su alrededor.

Un escalofrío de miedo recorrió la espina dorsal de Fredrick mientras reconstruía el insidioso plan: los monos no sólo estaban haciendo travesuras, sino que formaban parte de una trampa astuta y cuidadosamente orquestada.