Los monos se dirigían decididos hacia un claro apartado, con movimientos deliberados y ominosos. Fredrick se agachó detrás de un enorme árbol, intentando estabilizar su respiración agitada. Sus ojos escudriñaron la enmarañada masa de hojas y ramas, esforzándose por vislumbrar lo que había más allá del denso follaje.
Lo que vio a continuación fue impactante y surrealista. En el claro se había reunido un grupo de turistas que habían seguido a los monos hasta la selva. Parecían confusos y desconcertados, observando a los monos mientras desaparecían entre los árboles.