No se trataba sólo de una mascota perdida; era una traición brutal. Con el corazón desbocado y una determinación cada vez más firme, Gabriel juró enfrentarse a la oscuridad, desmantelar la retorcida trampa y rescatar a su amada Coco de las garras de esos viles agentes.
Coco no era un objeto perdido más. Era su compañera, su responsabilidad, y estaba ahí fuera, atrapada en este cruel plan. Las manos de Gabriel temblaban mientras intentaba estabilizarse. Respiraba entrecortadamente, con el peso del descubrimiento presionándole.