Lo que parecía una diversión inofensiva se convirtió en algo inquietante. Gabriel decidió seguir al mono y adentrarse en la selva para comprender lo que estaba ocurriendo. El camino se hizo áspero, enmarañado de raíces y lianas, y la densa cubierta bloqueaba la mayor parte de la luz solar.
La selva se cerró a su alrededor, el denso dosel se espesaba y proyectaba sombras espeluznantes que parecían extenderse con dedos fantasmales. El aire se volvió más frío, envolviéndole en un frío sofocante que parecía presionarle cada vez más.