Un chimpancé irrumpe en el hospital: una enfermera llora al ver lo que lleva en brazos

El corazón de Jessie se hundió. La súplica en su voz se hizo más desesperada mientras intentaba convencerles: «Pero no podemos esperar. ¿Y si es demasiado tarde?» Sin embargo, a pesar de sus súplicas, la resolución en los ojos de los médicos se mantuvo sin cambios. Habían tomado su decisión, dejando a Jessie de pie en el pasillo estéril, sintiendo el peso de la situación presionándola.

Steve, al oír la súplica de Jessie, vio la determinación en sus ojos y aceptó ayudar sin dudarlo un instante. «Veamos qué podemos hacer», dijo, con una voz mezcla de determinación y curiosidad. Juntos se dirigieron a la sala donde esperaban el chimpancé y su compañero.