Un granjero encuentra a un caballo desaparecido 8 meses después; cuando se acerca, un escalofrío recorre su espalda

Trueno se movió nervioso, dando zarpazos en el suelo. «¡Trueno, quédate!» Gritó George, con voz urgente, pero era demasiado tarde. El semental soltó un bufido y salió corriendo, persiguiendo a la criatura como si hubieran acordado en silencio correr juntos.

«¡Trueno!» Gritó George, con el pánico inundando su voz. Dejó caer el rastrillo y echó a correr, con los pies golpeando la tierra mientras los perseguía. No podía creerlo: después de tanto tiempo, después de haber recuperado por fin a Trueno, el caballo se le escapaba de nuevo.