El instinto de George fue acercarse al animal y ofrecerle algo de consuelo. Pero cada intento de hacerlo era recibido con alarma y gritos de miedo. Se encontraba en una situación frustrante. Quería ayudar, pero el miedo de la criatura le impedía cualquier tipo de ayuda.
Sin poder hacer nada, George decidió ponerse en contacto con el equipo local de rescate de animales, con la esperanza de que pudieran intervenir rápidamente. Sin embargo, tardaron más de lo que esperaba. George veía cómo la criatura se debilitaba y su fuerza vital disminuía a cada minuto que pasaba.