En lugar de acercarse a él y abrazarle como George esperaba, Luna echó las orejas hacia atrás. En lugar de la perra dulce y apacible que siempre había conocido, la criatura que tenía delante estaba agitada y recelosa.
Desconcertado por su extraño comportamiento, dio un paso adelante con cautela. «Tranquila, niña Sólo soy yo» Pero Luna retrocedió aún más, bajando la cabeza en una postura agresiva. George se alarmó al ver que estaba dispuesta a atacar si se acercaba más.