Recorrió los campos gritando el nombre de Luna. Buscó en todos los rincones de la granja, con la esperanza de encontrar a Luna escondida en algún lugar. Pero cuando la luna se alzaba en el cielo, aún no había rastro de ella.
Sentado en el porche mientras caía la noche, George repasó los acontecimientos del día en su mente, devanándose los sesos para averiguar qué podía haber pasado. Le invadieron sentimientos de pérdida, dolor y frustración. Agotado y desolado, se retiró a su habitación para pasar la noche. Sin embargo, no pudo conciliar el sueño mientras daba vueltas en la cama pensando en Luna, perdida y sola en algún lugar oscuro.