Decidió dar un paseo rápido para ver cómo estaban las vacas del prado sur. Mientras caminaba por el viejo camino de tierra, disfrutó de las vistas y los sonidos del verano: los pájaros piando alegremente en los árboles, los insectos zumbando y el suave susurro de las hojas con la brisa.
Silbaba mientras caminaba hacia sus vacas, ansioso por volver a verlas. Todas las mañanas se le iluminaban los ojos al ver a sus vacas. Le levantaba el ánimo de inmediato, sin importar de qué humor estuviera. Pero esta mañana, hizo todo lo contrario… Porque cuando se acercaba al pasto, el alegre silbido de Bill se detuvo abruptamente. Sus ojos se abrieron con incredulidad ante la escena que tenía delante.