Ese día en particular, Liam estaba sentado junto a la cama de Oliver, compartiendo uno de esos momentos. Dentro de los tonos apagados de la habitación del hospital, Liam se inclinó más cerca de Oliver, compartiendo susurros de recientes conversaciones íntimas con su novia Lisa. Acababan de mudarse juntos y estaban discutiendo los próximos pasos de su relación. Lisa siempre había querido ser madre y se sentía preparada para embarcarse en el viaje de criar hijos con Liam.
Su corazón se hinchó cuando empezó a desvelar este capítulo de su vida a Oliver. «Serás tío», murmuró, con una sonrisa iluminándole el rostro. Pero justo cuando las palabras salían de sus labios, una sombra fugaz en el rostro de Oliver lo detuvo en seco. ¿Era… un tic? ¿Un espasmo muscular involuntario? No podía ser. Durante una década, Oliver no se había movido lo más mínimo. Liam parpadeó, luchando contra la incredulidad, con el corazón acelerado mientras la esperanza y la duda libraban una guerra en su interior.