De vez en cuando, amigos y parientes preguntaban amablemente: «¿Cuánto tiempo vais a seguir así?» Pero Liam y sus padres lo tenían claro: mientras el corazón de Oliver siguiera latiendo, nunca se separarían de su lado. Durante una década, velaron juntos por él en la sencilla habitación del hospital..
Ver a Oliver, antes tan lleno de vida, ahora en coma era profundamente triste. Un inquietante recuerdo de diez años atrás -una temida llamada telefónica detallando un espantoso accidente- siempre acechaba en las sombras, un duro recordatorio de lo rápido que puede cambiar la vida.