Heather cerró el portátil, aliviada y nerviosa a la vez. Sabía que debería haberle dicho a Sam lo de instalar cámaras, pero sus preocupaciones eran demasiado grandes para ignorarlas. Aunque se sentía un poco culpable, se recordó a sí misma que tenía buenas razones para hacerlo sola. La idea de que Sam pudiera estar involucrado le daba miedo, pero la apartó. Ahora sólo tenía que esperar a que llegaran las cámaras y confiar en que todo saliera bien.
Los días pasaban mientras Heather esperaba ansiosamente la llegada de las cámaras de seguridad. Cuando por fin aparecieron, respiró aliviada. Esa misma noche, las instaló discretamente por toda la casa: en el salón, la cocina y el pasillo de arriba. Ahora había que comprobar si funcionaban.