Cuando se acercaron a Jackie con su petición, su inmediata disposición a ayudar fue sorprendente. «Por supuesto, me encantaría», había exclamado Jackie con un entusiasmo que parecía ir demasiado lejos. Heather observó el animado asentimiento de Jackie y su entusiasmo con los ojos muy abiertos, lo cual, en lugar de tranquilizarla, le dejó una pequeña y persistente duda que le picaba en el fondo de la mente. ¿Por qué estaba tan dispuesta a asumir semejante responsabilidad? La intuición de Heather le susurraba que en el entusiasmo de Jackie había algo más de lo que parecía, y no era algo que pudiera ignorar fácilmente.
Heather se sentía frustrada consigo misma por desconfiar. Sólo unas semanas antes, nunca habría dudado de las intenciones de Jackie. Siempre se había sentido segura en su relación y había confiado en Jackie. Normalmente, la idea de que Jackie le cuidara la casa habría sido un alivio, pero ahora las cosas parecían diferentes. La repentina disposición de Jackie a intervenir, sobre todo después de su reciente comportamiento extraño, inquietó a Heather. No era propio de ella ser escéptica, pero no podía evitar la sensación de que la rápida y alegre aceptación de Jackie podría tener motivos ocultos.