No había imaginado una casa enorme con jardín ni un ático elegante en el centro de la ciudad; su modesto sueldo no se lo permitiría. Aun así, esperaba tener un apartamento acogedor donde poder construir su propia vida, por humilde que fuera.
En cambio, su estudio del centro distaba mucho de lo que había soñado. Pequeño y oscuro, sólo veía un rayo de sol al día antes de que la sombra del edificio vecino se apoderara de él. Pero era suyo, y eso bastaba para que se sintiera satisfecha.