Stacey se negó a dejarse intimidar por más tiempo. No podía soportar la idea de que su casero se arrastrara por su casa, aprovechando su acceso para atormentarla. Tenía que actuar. Decidida, llamó a su mejor amiga, Brenda, y le contó todos los inquietantes detalles.
Juntas se sentaron, y su miedo fue sustituido por una ira fría y concentrada, dispuestas a elaborar un plan para contraatacar. Brenda sugirió que hicieran como si el apartamento estuviera encantado, una idea que hizo sonreír a Stacey a pesar de la tensión. Al principio le pareció una broma, pero cuando Brenda le detalló su plan, Stacey no pudo evitar sentir que por fin podría poner las cosas a su favor.