El casero del infierno intentó desahuciar a una mujer de 27 años, pero el karma llamó a su puerta

El golpe final llegó una noche después de acostarse. Había dejado una pila de papeles en la encimera de la cocina, pero a la mañana siguiente se despertó y los encontró cuidadosamente apilados en la mesita. A Stacey se le heló la sangre. Alguien había entrado en su apartamento mientras ella dormía, a pocos pasos de distancia.

Su santuario se había hecho añicos. Cada sombra era siniestra, cada crujido un recordatorio de que su hogar ya no era realmente suyo. Stacey apenas podía respirar cuando pensó en las implicaciones: su casero estaba irrumpiendo, con los ojos puestos en su espacio, tal vez incluso en ella. El peso de la violación se apoderó de ella y el miedo dio paso a la rabia.