Lo primero que hicieron fue localizar todos los anuncios en los que el Sr. Perkly había puesto a la venta su piso. Una a una, crearon cuentas anónimas para dejar reseñas detalladas, cada una de ellas señalando los defectos del apartamento. Era arriesgado, pero sabían que podría disuadir a algunos compradores interesados.
En las reseñas, destacaban desde problemas ocasionales de fontanería hasta un aislamiento deficiente. No exageraban demasiado, sólo lo suficiente para que cualquier comprador se lo pensara dos veces. El piso empezó a acumular críticas poco atractivas y, con cada una de ellas, Stacey sintió un rayo de esperanza.