El casero del infierno intentó desahuciar a una mujer de 27 años, pero el karma llamó a su puerta

Stacey y Brenda, sentadas en la penumbra de su apartamento, intentaban idear un plan. Brenda sugirió acudir a un abogado o a una asociación de inquilinos, pero Stacey negó con la cabeza. Los honorarios de los abogados se salían de su presupuesto y la asociación de inquilinos estaba demasiado saturada para ofrecer ayuda a tiempo.

Al darse cuenta de que los canales oficiales eran inútiles, acordaron que tendrían que actuar de forma independiente. El Sr. Perkly seguramente tergiversaría cualquier proceso burocrático en su beneficio, y Stacey no podía permitirse que se le adelantara. Juntos, empezaron a elaborar un plan para contraatacar de forma sutil pero eficaz.